martes, 7 de agosto de 2012

...¿y por qué no?

La chica de la sonrisa fácil buscaba la manera de no salir corriendo asustada de sus propios sentimientos. La chica de la sonrisa fácil veía sus pasos como posibles huellas que no se podrían borrar de su historial, y tenía miedo de que fuese demasiado tarde cuando lograse dar con la manera de salir de allí.
Buscaba desesperadamente los medios para conseguir frenar sus impulsos y así no resultar herida finalmente; pero todo se tornaba tan complicado...
Pensó que quizás alejarse fuera la solución acertada, que tal vez así, al menos por un tiempo, aquellas descabelladas ideas podrían debilitarse y desvanecerse, entonces las cosas se verían menos negras, quizás...
La chica de la sonrisa ya no tan fácil huía de sí misma, temblando ante su supuesto egoísmo innato; y es que si nadie la frenaba, ella misma tendría que ponerse las trabas necesarias en su propio camino.

Un largo trayecto la llevó hasta el lugar donde lo difícil parecía volverse sencillo, y donde las palabras no se hundían tan adentro de su ser como antes lo hacían; donde los actos no tenían por qué ser estudiados antes de ser ejercidos y donde logró sentirse libre olvidando las pesadas cargas que tiraban de ella.
Y la chica de la sonrisa ya no tan fácil, de repente, encontró una facilidad que la ayudaba a ser ella nuevamente, a mostrarse tal y como era; encontró una pequeña alegría que la atraía positivamente y la llevaba a preguntarse ¿y por qué no?
Y entonces ocurrió, como si de un torrente de ánimo se tratase, la pequeña alegría pudo conducirla de nuevo, y la chica de la sonrisa ya no tan fácil consiguió regresar; ¿quién podría frenarla ahora?

La chica de la sonrisa ya no tan fácil descubrió que las pequeñas alegrías te encuentran cuando te crees perdido, que pasan de ser pequeñas a enormes, y que probablemente se necesita tragar orgullo de vez en cuando para poder seguir.
Así fue como entonces, su sonrisa volvió a ser fácil.